Una onda expansiva comenzaba a crecer hasta cubrir gran parte del planeta.
Revista Mariátegui *
24/09/21
Un día como hoy de 1991 salía a la luz el segundo álbum de Nirvana. Un grito de desesperanza y angustia con bellas melodías y punk rock que rápidamente alcanzó fama mundial para convertirse en emblema de una época y una generación.
24 de septiembre de 1991. Una onda expansiva comenzaba a crecer hasta cubrir gran parte del planeta. Salía a la venta Nevermind, segundo trabajo de Nirvana, un grupo norteamericano de Seattle ignoto hasta ese momento en el mundo pero con cierto reconocimiento en su ciudad natal por su anterior trabajo Bleach (1989).
Con una portada muy peculiar, hoy parte de la cultura pop mundial, y un sonido sucio, corrosivo y con melodías simples pero perfectas, tres jóvenes ponían fin a la década del 80 y al techno pop de sus últimos años con un disco de doce canciones. Algunas de ellas, como Smell Like teen spirit, Come as you are o Lithium, basta que suenen sus primeros acordes para que a cualquiera les suene familiar. Algo que no todas las bandas logran. Sin embargo en este disco Nirvana lo hizo en más de un tema.
En cuanto a la famosa tapa, la idea se le ocurrió a Kurt Cobain viendo un programa sobre partos en el agua. Contrataron a un fotógrafo que tomó la instantánea de Spencer Elden, hijo de un amigo suyo recién nacido.
No inventó nada Nirvana. Solo mostró al mundo algo que sucedía hace un tiempo con algunas bandas, como Pixies o Sonic Youth, que eligieron la producción independiente, los circuitos no convencionales y resucitar el rock de guitarras ante un panorama que se presentaba desolador para la escena musical. Una movida que cierto periodismo, propenso a las etiquetas, llamó Grunge para agrupar bandas con influencias disímiles y vender moda.
No importa. Este disco representó una época, tal vez no la mejor en muchos aspectos, porque supo expresar la furia y desazón de una generación que creció con “el fin de la historia y las utopías”. Casi tres décadas después, podría decirse que fue un disco necesario para quienes no creían las mentiras de esos años de neoliberalismo triunfante y hegemónico. Y sin duda, un disco que tiene que estar entre los 10 mejores y más representativos de la historia del rock.
No hay mucho más que decir sobre todo lo que ya se dijo sobre este álbum. Solo resta volver a escuchar a un disco que superó la prueba del tiempo y rendir homenaje a un compositor genial como fue Kurt Cobain.
- Notas Periodismo Popular