Aprender de Bolivia y Argentina
Isaac Bigio *
Revista Mariátegui
14/12/21
El viernes 10 de diciembre Argentina celebró el «día de la democracia» con un acto masivo con cientos de miles de concurrentes en el cual participaron la dupla presidencial Alberto y Cristina Fernández junto a los expresidentes Lula de Brasil y Mujica del Uruguay. En esa fecha se recordaban 38 años desde que los militares dejaron el poder.
Con esta clase de evento masivo, el oficialismo nacionalista gaucho quiere ir remontando una derrota electoral ante la derecha (la que, a diferencia de la peruana o boliviana, no es abiertamente golpista), impulsar al voto masivo por el PT contra Bollsonaro en las elecciones brasileñas venideras, y animar al vecino pueblo chileno a que no vote en la segunda vuelta del 19 de diciembre por el pinochetista Katz.
En esta gran manifestación internacionalista bien pudo haber estado el Presidente Castillo, su Vicepresidenta Boluarte, o cualquier otro ministro o congresista peruano, pero ninguno de ellos fue. Tampoco ninguno de ellos asistió a la mega-marcha altoperuana del 21-28 de noviembre en la cual uno a dos millones de personas terminaron marchando sobre La Paz.
En medio de esas dos fechas, el 7 de diciembre, Castillo y Boluarte realizaron un mitin en la plaza de armas de Juliaca, ciudad que se encuentra casi tan cerca a La Paz como lo está Oruro, punto de partida de muchas marchas de sacrificio altiplánicas. No obstante, el mandatario peruano en ningún momento expresó su solidaridad con esas movilizaciones de sus aliados internacionales. Además, hacía todo lo posible por moderar su lenguaje. Cuando los puneños le gritaban espontáneamente que cierre el congreso o impulse una nueva constitución, él simplemente se atinaba a decir que él no se está derechizando, en tanto que llamaba a la inversión privada nacional y extranjera.
En todo su discurso Castillo tampoco mencionó para nada el obstruccionismo y el golpismo que le ataca (pese a que en ese mismo momento el Congreso discutía la moción de vacancia). En Lima, mientras tanto, algunos millares marcharon al Parlamento a salir en su defensa, pero no se dio una gran movilización, y el partido que reclama haber ganado las elecciones (Perú Libre) tuvo muy escasa presencia (además de no haber animado en sus redes sociales el ir a tales marchas).
Todo parece indicar que la estrategia oficialista consiste en buscar una componenda con la derecha «moderada» a la cual no quiere asustar sacando a las masas a las calles, con discursos radicales o tendiendo puentes a los aliados sudamericanos.
Cuando faltaban 10 días para la cumbre de la RUNASUR organizada por Evo Morales en Cuzco para el 20-21 de diciembre, esta fue suspendida. Un argumento expuesto es que no se quería chocar con una decisión de la comisión de relaciones exteriores del Congreso que declaró al expresidente boliviano como «persona no grata», aunque, en el fondo, la razón puede ser no querer «provocar» a la derecha y seguirle tendiendo la mano.
¿No se dan cuenta de que todas esas concesiones debilitan y desmoralizan al movimiento social peruano? ¿Qué autoridad tiene la ultraderecha criolla de querer vetar el ingreso del Presidente constitucional sudamericano que más tiempo ha gobernado este milenio? ¿Acaso no son ellos mismos los que invitaron al Perú a Leopoldo López para que sirva de «cura de matrimonio» entre las familias Fujimori y Vargas Llosa? ¿Acaso, el venezolano que lleva el mismo apellido de «Porky», no ha superado amplaimente en golpismo a Renovación Popular, ha sido el organizador de 4 golpes en Venezuela, y ha estado acusado de promover el asesinato de manifestantes y hasta del propio Presidente? ¿No son ellos quienes se reunieron en el Congreso con una delegación de VOX para suscribir el Foro de Madrid cuyas intenciones son derrocar al Gobierno peruano al que tildan de «comunista»? ¿Y el caso de la Presidenta del Congreso peruano que ha sido denunciada por «Hildebrandt en sus Trece» y por varios parlamentarios españoles de haber ido a Madrid a solicitar se cuestione o desconozca la autoridad de Castillo? ¿Y lo que ha hecho Hernando de Soto, el jefe de la bancada de Chirinos y Tudela, de haber ido a EEUU a sugerir que se pueda intervenir militarmente contra el Perú?
Castillo debe darse cuenta de que mientras más concede más popularidad pierde y más termina en los brazos del sector «moderado» que en la segunda vuelta votó por Keiko Fujimori en contra suya.
Mucho más efectiva es una estrategia diferente, en la cual él busque cumplir ahora sus «palabras de maestro» y convoque a grandes movilizaciones contra el obstruccionismo congresal y por una constituyente (la única vía de debilitar el poder dual que representa este Congreso).
El 9 de diciembre, aniversario de la batalla de Ayacucho, fue una buena oportunidad para hacer una gran concentración de masas con presencia de mandatarios extranjeros. Castillo requiere demostrar que tiene el respaldo de amplias masas para un plan de reformas, así como de importantes figuras continentales.
En cuanto a RUNASUR, esa red de organizaciones sociales andinas, Castillo bien pudo haberla presidido. Por último, si no quieren hacerla en Cuzco se puede hacer en la frontera boli-peruana (Desaguadero o Copacabana) o en Tiahuanaco, cuna de la primera gran civilización altiplánica, la misma que se encuentra a pocos kilómetros de la región de Puno.
Perú Libre, en vez de dedicarse a estar constantemente peleando por cargos, debe tratar de promover un movimiento de masas, lo cual es la única garantía para poder avanzar en un programa social y derrotar al golpismo.
- Politólogo economista e historiador con grados y postgrados en la London School of Economics