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Ucrania. Paquetazo y economía colonizada

Las autoridades han prometido al FMI, entre otras cosas con la confiscación extrajudicial de propiedades…

Ha pasado desapercibida la firma del memorando de cooperación con el FMI.

Revista Mariátegui *
22/12/21

Frente a la histeria militarista que ha estallado en los medios occidentales, fundamentalmente estadounidenses, y frente a las altisonantes declaraciones del presidente Zelensky sobre la participación del oligarca Rinat Ajmetov en la preparación de un golpe de estado supuestamente previsto para el 1 de diciembre, ha pasado prácticamente desapercibida la información sobre la firma del memorando de cooperación con el Fondo Monetario Internacional por parte del propio Zelensky.

En realidad, la firma se produjo el 8 de noviembre, aunque el texto del acuerdo, firmado además de por Zelensky por el primer ministro Shmygal, el ministro de Finanzas Marchenko y el jefe del Banco Central Shevchenko, fue publicado en la web del FMI el 24 de noviembre. Inmediatamente después, la dirección del Fondo aprobó el siguiente tramo por valor de 700 millones de dólares para Ucrania del programa de algo más de 2.000 millones previsto para el país.

Y si otros documentos similares previos contenían recomendaciones de la organización internacional de crédito, vinculados de una manera o de otra a la entrega de los fondos previstos, las 136 páginas del actual memorando abiertamente detallan las obligaciones que el Estado ucraniano asume para recibir la tan deseada asistencia financiera. La lista de obligaciones es, por decirlo suavemente, sorprendente. Si se analiza al detalle, se puede tener la impresión de que, por una parte, se prepara una liquidación completa de los ucranianos sobre el principio de “paga o muere” y, por otra, todo esto es una especie de hipoteca de toda Ucrania.

En primer lugar, a principios de 2022, las autoridades ucranianas preparan una desagradable sorpresa para sus ciudadanos en forma de un nuevo aumento de las tarifas de servicios básicos. Así, el coste de la calefacción y el agua caliente aumentará entre el 50 y el 70%; la electricidad, entre 20 y 45%; el gas para el consumidor 15-20%, hasta 9 grivnas por metro cúbico, y para Teplokommunenergo, 30-50%, hasta 8,5 grivnas por metro cúbico. La distribución del gas, que los ucranianos pagan en una factura separada, aumentará entre el 40 y 60%. Feliz año nuevo.

La distribución del gas, que los ucranianos pagan en una factura separada, aumentará entre el 40 y 60%. Feliz año nuevo.

La guinda del pastel de esta bacanal de facturas es el compromiso (insisto, no la recomendación o intención, sino obligación) de cancelar los subsidios a los distribuidores de energía para la población y hacer que los precios del gas de producción propia pasen a regirse por los precios de mercado. Para empezar, en mayo de 2022, el 50% del volumen total producido y para 2024, la totalidad. Teniendo en cuenta el actual precio del combustible azul en Europa, esa liberalización, como les gusta decir a los reformistas, no puede traer nada bueno.

He omitido deliberadamente los detalles sobre las consecuencias de la nueva política de precios sobre la industria ucraniana ya que, teniendo en cuenta las circunstancias, ya no importa demasiado. Unos cuantos centenares de empresas cerrarán, pero no cambiará nada. ¿Queda alguien en Ucrania a quien el importe? El Estado, que rápidamente se convierte en un país de emigrantes y pensionistas, es decir, personas que simplemente no pueden marcharse, llega demasiado tarde para preocuparse por esos indicadores.

Según la vieja tradición rusa (es una misma nación, al fin y al cabo), la población local elimina la severidad de los exorbitantes precios a base de ignorar los pagos de tales cantidades. El resultado es una deuda colectiva total en servicios comunitarios que en estos momentos asciende a 61.000 millones de grivnas. Pero estamos al inicio de la temporada de calefacción, así que es difícil imaginar cuáles serán las cifras al final.

Hay algo aún más importante. Se trata de la segunda desagradable consecuencia para Ucrania: tras empujar a los ucranianos a la esclavitud de las tarifas, las autoridades del país han prometido al FMI simplificar el procedimiento para recaudar deudas, entre otras cosas con la confiscación extrajudicial de propiedades. Con ello, Zelensky y compañía básicamente entregan Ucrania a Occidente. En estos casos, es costumbre decir que los cambios afectarán más duramente a los segmentos más vulnerables de la población, los ya pobres pensionistas, pero la realidad es que ya no hay segmentos protegidos en Ucrania.

Con un salario medio nacional (según el Ministerio de Finanzas) de 14.000 grivnas (estas figuras son, por supuesto, algo como el nivel “medio de temperatura de un hospital”), es bastante caro pagar las facturas de los servicios básicos. El coste de la energía consumida (agua caliente, calefacción, luz, gas) para una familia que resida en un piso de dos habitaciones con una superficie de 50 metros cuadrados asciende actualmente a 5.000-7.000 grivnas sin tener en cuenta el coste de la vivienda en sí, el mantenimiento general, el ascensor (si hay), basuras y otros gastos. No hace falta hablar de lujos como el teléfono, televisión de pago o internet ilimitado. Esto, repito, se refiere a los precios actuales, antes de la subida anunciada.

En este contexto, está cada vez más claro por qué en Kiev prefieren atemorizar a la población con una invasión rusa. Aunque no sería de extrañar que, en el futuro cercano, todas estas historias de terror empezaran a causar pánico entre los ucranianos y no en el sentido que esperan los propagandistas de Bankova. Diría que el efecto sería exactamente el contario.

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