Castillo estuvo en la cumbre de la CELAC en México y luego en EEUU ante la OEA.
Isaac Bigio *
Revista Mariátegui
27/12/21
Algo que le da mucha fuerza interna y externa a cualquier Gobierno es una fuerte presencia internacional. Las relaciones exteriores debieran ser uno de los flancos más importantes para el primer presidente sindicalista de la historia peruana, sin embargo, hay demasiados serios problemas al respecto.
En estos momentos en que la ultraderecha golpista toca la puerta a organismos internacionales para socavar al Gobierno, urge una política exterior más antifascista. Mientras De Soto confiesa que viaja al exterior para pedir una intervención sobre el país (incluso de corte militar) y se destapa que la Presidenta del Congreso se reunió con los diputados ibéricos para cuestionar el carácter del actual Gobierno, una buena defensa debiera ser que Castilo y su equipo ganen la palestra internacional y organicen foros, encuentros y movilizaciones internacionales contra el golpismo. No obstante, Castillo sigue creyendo que la mejor defensa es la constante concesión.
CON LA OEA Y LA CELAC
Castillo hizo su primera gira afuera del país, visitando a Norteamérica donde primero estuvo en la cumbre de la Comunidad de Estados de Latino América y el Caribe (CELAC) y luego en EEUU donde habló ante la OEA, la Asamblea General de Naciones Unidas y ante varios organismos financieros mundiales. Luego estuvo en La Paz participando en el primer Gabinete binacional de su gestión.
En su primer «tour» Castillo quiso quedar bien con la CELAC y con la OEA convirtiéndose en uno de los pocos gobernantes en tratar de tener buenas relaciones con ambos organismos. Mientras Venezuela, Cuba y Nicaragua han roto con la OEA y Bolivia, México y Argentina la cuestionan y prefieren apuntalar a la CELAC, Perú se ha transformado en el único país con una administración izquierdista que quiere llevarse bien con la OEA. Es más, Castillo creo que mientras mejor se lleve con Luis Almagro más este último le va a defender frente a cualquier embestida golpista de la ultraderecha.
Y, en parte, tiene razón por ello. El mismo Secretario General de la OEA que antes desconoció a las reelecciones de Nicolás Maduro en Venezuela y de Evo Morales en Bolivia (lo cual dio paso a cuartelazos en ambas repúblicas), es quien no quiso recibir en su despacho a la delegación de la derecha peruana que le reclamaba fraude en las elecciones y ahora ha estado en Lima tratando de dar su apoyo a Castillo contra la vacancia presidencial. Sin embargo, esos favores no son de gracia. Por un lado, a Almagro le conviene tener un aliado «zurdo» que le limpie su historial golpista y que impida un estallido social antifujimorista, y de otra parte, Castillo debe hacer varias concesiones para mantener su apoyo.
Esto último ha implicado que el Presidente chotano ha debido «chotear» no solo a su primer canciller marxista (Héctor Béjar), sino a varias de sus políticas iniciales. Cuando Castillo dio su primer mensaje presidencial el 28 de julio él no dudó en cuestionar al imperio conquistador castellano, pese a que el rey Felipe estaba en el auditorio. No obstante, cuando fue a Nueva York no criticó para nada los estragos que han o vienen causando las intervenciones militares y los bloqueos actuales de EEUU en su región. Si Alan García debutó en Palacio diciendo que gran parte del dinero destinado al pago de la deuda externa se iba a destinar a servicios sociales y a abaratar los precios, Castillo desde el primer momento ha sostenido que va a pagar estrictamente esta y que va a querer seguir dando facilidades a los inversores privados externos e internos. Ciertamente, que él ha introducido una variante que le lleva a chocar con algunas empresas que destruyen el medio ambiente, la misma que es la de que toda corporación debe respetar una agenda verde y social, algo con lo que empalma con varios gobiernos europeos y con EEUU.
Este acercamiento a Almagro fue el causante de una inicial confusión con respecto a las relaciones diplomáticas con Caracas (mientras la cancillería afirmaba que no reconocían ni a Maduro ni a Guaidó, el Premier Bellido es chavista), que Lima se niegue a reconocer la reelección de Daniel Ortega en Nicaragua (algo que ha enfurecido a Bellido y a Perú Libre) y a que se haya colocado como secretario de la Presidencia a un candidato de APP que abiertamente apoyó la intervención de las FFAA bolivianas contra Evo Morales en 2019.
Castillo sabe que Almagro es un peón de Washington y que su objetivo debe ser tener una excelente relación con la potencia que domina el hemisferio. Esto, a fin de que Joe Biden continúe dando la luz roja a cualquier intento de la derecha de removerlo de Palacio. Para contentar a la Casa Blanca Castillo, Bellido y los Cerrón mantuvieron en la jefatura del BCR a Julio Velarde (a quien antes Pedro Francke caracterizó de tener una gestión desastrosa y de preservar una de las tasas de préstamos bancarios más desiguales y abusivas del mundo), se han comprometido a preservar el modelo monetarista neoliberal y a no expropiar a ninguna empresa, renovaron por un quinquenio más el acuerdo con USAID (caracterizado por La Paz y por Caracas como una forma de intervencionismo militar y económico), autorizaron el ingreso de tropas extranjeras (incluyendo europeas y norteamericanas) y rápidamente suscribieron el pedido de su ministro de justicia y del Congreso para incinerar los restos de Guzmán para dispersarlos por el mar.
Gracias a esa política externa Castillo ha logrado evitar que prosperen golpe o una vacancia contra él, mientras ha buscado tender la mano al empresariado que invierte en el Perú. Empero, se trata de una serie de medidas sin mucho filo. Castillo sabe que un machete desafilado no corta mucho, y eso precisamente viene pasando con la presencia peruana en el mundo.
FALTA DE PROTAGONISMO INTERNACIONAL
Una ocasión central para que Castillo hubiese ganado la palestra internacional era haber atendido la mayor cumbre de mandatarios del mundo en este último quinquenio. Esta fue la COP26 en Glasgow en la cual más de 100 jefes de Estado y de Gobierno y 25 mil personas se citaron para decidir el futuro del planeta. Mientras el boliviano Luis Arce fue a este, luego de reunirse con Castillo en La Paz, ninguna figura importante del Perú fue a Glasgow.
Castillo perdió una excelente oportunidad para presentarse como el único presidente agricultor del hemisferio y como un campeón en la defensa del medio ambiente y de las inversiones sociales y ecológicas. Cuando todo el mundo ponía sus ojos sobre esa cumbre que decidió reducir la emisión de gases y de la temperatura global, el Perú no figuraba para nada y en el Perú nadie hablaba de ello.
Luego, Castillo no ha querido asociarse a los movimientos por la democracia y contra el golpismo en la región. Cuando el 21-17 de noviembre 1,5 millones de bolivianos llegaron a marchar hacia La Paz desde una zona de Oruro (que está más lejos que la frontera peruana), ninguna autoridad peruana hizo allí presencia. Ni siquiera hubo un solo congresista de PL, partido que entonces estaba deshojando margaritas para ver si apoyaban o no la vacancia presidencia.
Tampoco nadie estuvo en la gran concentración internacional por la democracia del 10 de diciembre en Buenos Aires, en la que sí estuvieron Lula del Brasil y Mujica del Uruguay, pero nadie, absolutamente nadie, del Perú.
Ahora se acaba de suspender la cumbre de RUNASUR en Cuzco aduciendo problemas sanitarios, los cuales sí son un riesgo, no obstante el trasfondo parece ser una concesión a los gritos de alarma de una derecha que no quiere ver a Evo Morales en el Perú, sin embargo que si trae a golpistas como Leopoldo López o los parlamentarios de VOX y sí pide la intervención extranjera (De Soto incluso quiere animar a EEUU a mandar tropas).
Finalmente, la ausencia de una política exterior con mucho filo ha hecho y viene haciendo que Perú pierda una extraordinaria y única oportunidad para sacar provecho del bicentenario.
Si Castillo no quiere convertirse en un nuevo Humala y quiere avanzar en aplicar sus «palabras de maestro» está en la obligación de adoptar una política exterior más independiente y que más busque empalmarse con desarrollar un eje regional y mundial por la democracia, el progreso social y el antigolpismo.
Bukele, el presidente de una república tan chica como es El Salvador, ha logrado mucho protagonismo internacional. Perú llegó a ser una de las cabezas del Movimiento de los No Alineados durante el gobierno militar «socialista» y con Alan García apareció como un importante disidente ante el FMI. Castillo no parece querer aparecer en la escena internacional con su propio liderazgo.
UNASUR Y ALBA
Acaba de culminarse la cumbre de la Alternativa Boliviana de Nuestra América (ALBA), la cual incluye 10 de los 33 países al sur de EEUU. Es probable que dentro de poco Honduras vuelva a este organismo que pudiese contar con un tercio de todas las naciones de Latinoamérica y el Caribe. Seguramente el ex canciller Béjar y el ex premier Bellido quisieran que el Perú se integre a este bloque antiimperialista dentro del cual se convertiría en el Estado con más habitantes y territorios.
Empero, Lima no quiere entrar al ALBA, no ha querido reconocer la reelección de Ortega y tampoco teje un eje anti-Washington con Argentina y México.
Hoy, cuando en Londres se discute el futuro de Assange, el Perú no quiere salir en su defensa. Se trata del principal revelador de secretos militares contra los derechos humanos, el mismo que fue entregado a Scotland Yard por Lenin Moreno, quien cuando fue presidente ecuatoriano fue el único mandatario del mundo en acusar a Castillo en plenas elecciones de ser senderista (una grave intromisión en los asuntos internos de un país vecino que nadie en la derecha cuestionó). Tampoco Lima quiere recamar que el oro venezolano en el Banco de Londres o la principal empresa venezolana en el exterior (CITGO) retorne a dicha república.
Torre Tagle quiere tener un pie junto a la OEA de Almagro y Biden y otro junto a la CELAC de López Obrador y los Fernández, lo que genera una política exterior de buena vecindad con todos, pero que le priva al país de un liderazgo internacional.
Dada su ubicación geopolítica Perú podría ser el principal impulsor de la reestructuración de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), no obstante no le da la suficiente importancia a ello.
La mejor manera de impedir un golpe es encabezar un movimiento nacional e internacional en contra de este, no obstante la actual política interna y externa de Castillo apunta a querer mantenerse en palacio haciendo múltiples concesiones. Con ellas gana tiempo, pero pierde apoyo social y popularidad.
- Analista internacional. Economista e historiador con grados y postgrados en la London School of Economics.